“La educación sí importa porque ayuda a garantizar la sostenibilidad ambiental. La educación ayuda a las personasa tomar decisiones para satisfacer las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las próximas generaciones. La educación para el desarrollo sostenible es fundamental para cambiar valores, actitudes y conductas” (UNESCO 2010).
Tal como cita el documento de la Ley para la Implementación de la Educación Ambiental Integral en la República Argentina (Ley 27.621) sancionada en 2021, la Educación Ambiental Integral es “un proceso educativo permanente con contenidos temáticos específicos y transversales, que tiene como propósito general la formación de una conciencia ambiental, a la que articulan e impulsan procesos educativos integrales orientados a la construcción de una racionalidad, en la cual distintos conocimientos, saberes, valores y prácticas confluyan y aporten a la formación ciudadana y al ejercicio del derecho a un ambiente sano, digno y diverso”.
Se trata de un proceso que defiende la “sustentabilidad como proyecto social”, y que busca, en tanto, el “equilibrio entre diversas dimensiones como la social, la ecológica, la política y la económica, en el marco de una ética que promueve una nueva forma de habitar nuestra casa común”.
La Educación Ambiental (EA) es un proceso que promueve el desarrollo de cambios en las decisiones, conceptos y actitudes de las personas en relación a la naturaleza y entre sí; por lo tanto, no debe ser vinculada únicamente con procesos biológicos y de conservación de la naturaleza, sino que debe ser situada de manera transversal a todos los ámbitos de la vida, es decir, a nuestra propia relación con el medio ambiental, social, económico y cultural.
En ese sentido, la EA debe contribuir a la construcción de un nuevo modelo de sociedad basado en los principios de la Sostenibilidad, esto es, tal como lo definió el Informe Brundtland (1987), satisfacer las necesidades de las sociedades presentes sin afectar la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades. Este informe impulsó oficialmente la necesidad de abrazar el desarrollo sostenible como política de Estado entre las naciones que integran la ONU.