MAR DEL PLATA

150 AÑOS

 

De las cartas de Antonia...

por Marcelo Altable y Silvia di Scala

El tiempo transcurre y no transcurre, ¿Llegué a Bari nuevamente? Sabrás lo parecido de este lugar al nuestro, esa primer noche nunca la olvidaré, sin nada, poca moneda, me recosté sobre ese viejo sauce llorón y juntos dejamos caer unas lágrimas, arropado con tus sueños, lloré por tu recuerdo, lloré de esperanza, lloré de amor…

La  mañana me recibió fría, pero por dentro era volcán, la sensación de estar en mi  lugar.

Camine por una calle bordeando la vía, desemboco exactamente en el puerto. Barcas increíbles, con colores y olores increíbles, era como comprender que dentro de mí estaba fundida la idea de pertenencia, el sueño hecho realidad ¡faros en el desierto!, gotas de esperanza, trabajo y progreso, ¡Mar del plata!

Un hombre se me acercó  y me invito a trabajar junto al él.

El viejo Giovanni pura sinceridad, esa misma mañana me presento a su esposa, doña Lucia, y me hospede en su casa, un cuartito lleno de mi Italia, balconcito donde cada mañana me despierta el sol y me impulsa a salir y trabajar.

Cada mañana, a las cuatro, cuando salimos con la lanchita amarilla en busca de nuestro futuro ,tu cara y tu mirada vienen a mi mente, falta poco Antonia, falta tan poco para nuestro reencuentro.

Mi querida Antonia, nada de lo que te prometí va a dejar de cumplirse, ninguna palabra se la llevara el viento. Mi corazón sigue latiendo por tu amor, aunque ahora otro amor está naciendo y creciendo, pero no es una mujer, es esta tierra donde construiremos nuestro futuro. Que feliz que soy, cara mía, encontré nuestro lugar.

Doña Lucia siempre me dice que nada nos faltara en esta bendita tierra, con hombres de gran corazón, forjaremos juntos, nuestro sueño.

Sueño en el tiempo, en nuestra casita, techo de chapa, paredes amarillo suave, ventanas angostas, eternos caminitos  llenos de flores de muchos colores, el gran patio, nuestros hermosos hijos revoloteando alrededor, pajaritos cantando melodías perfectas que endulzaran nuestros corazones.

Tu, yo, el sol,  las nubes, testigos permanentes de nuestro sentir, seremos amor lo que siempre soñamos.

Caminaremos tomados de la mano por la rambla, veras es tan parecida a nuestra querida Bari. Veremos caer la tarde con los eucaliptus y los álamos de telón por calle Edison al fondo, el ruido siempre carnavalesco de la 12 de Octubre, los bancos blancos, historias increíbles escucharas.

Mezclaremos nuestra esencia pueblerina  y seremos la base de una nueva, pacifica, serena y prospera nación.

Antonia…soy el Giuseppe de siempre, con mis principios y convicciones intactas, con mis manos enormes y toscas de quien sabe trabajar de noche y de día, que tiene la fuerza de las montañas y el viento y que toma de tu mirada tu recuerdo, el que a pesar de la melancolía de la lejanía sigue tocando, regalando alegría, inspirado en ti.

Soy la esperanza que navego mares, buscando encallar en el lugar donde nuestros sueños estén a gusto y cómodos, donde nuestras alegrías floten junto a nuestras propias tristezas y renaceres.

Yo pague el desarraigo y la discriminación, humillaciones y desplantes, y encontré este lugar único e indescriptiblemente fantástico.

El mismo que partió con su valija llena de este amor militante que me mantiene vivo gracias a tu amor.

Te sueño cada noche, te siento noche y día, estoy contigo junto a ti siempre, pétalos de amor, luz de mis sueños.

Pronto, cara, muy pronto.

Tú amado.

 

Giuseppe

                                                                                                                   

Relato participante del concurso Valijas con Historia, organizado por la Dirección General para la Promoción y Protección de los Derechos Humanos de General Pueryredon. Para acceder al resto de los textos, seguir este enlace.