MAR DEL PLATA

150 AÑOS

 

Llevo tu sangre

por Norma Isabel Lozano

La guerra había azotado brutalmente a los italianos, la miseria y el hambre se acrecentaban en las familias resignadas sin hallar solución, no sabían cómo continuar en una región que lo había perdido todo y con escasos recursos para subsistir.

Una luz de esperanza brilló en el horizonte cuando Zacarías se enteró que zarpaban barcos llevando gente para buscar un nuevo porvenir.                                                                                  

Decidió partir hacia la ¨América´ que prometedor era su horizonte, poco y justo fue lo que acomodó en una valija prestada por un compañero del ejército, quien lo animó a emprender esa incierta aventura. 

Creyó saber en lo más profundo de su ser que la decisión tomada era la correcta ignorando si alguna vez retornaría a su Italia querida.

Dejaba a josefina con dos pequeñas y otro que venía en camino, prometiendo mandar a buscarlos cuando lograra establecerse y proporcionarles un hogar. Mientras tanto la familia quedaba al cuidado de unos tíos con mejores recursos hasta tanto lograran emprender el viaje hacia el reencuentro.

En el año 1946, zarpa un vapor de las costas europeas y en las más bajas condiciones viajaban aquellos hombres pioneros e incansables trabajadores que adoptaron ésta patria cono propio, los acogió, les dio un lugar para vivir y soñar con un futuro mejor.                            

Habían pasado más de tres meses cruzando el Océano Atlántico, hasta que tocaron las costas de Buenos Aires.

Fue muy difícil aceptar que una vez abajo del barco, la angustia, la incertidumbre y la pena por lo que quedó atrás sumado el miedo a lo desconocido, serían los próximos compañeros que no lo soltarían, se podía ver en los rostros de cada joven inmigrante.                                     

-¿Hacia dónde irían?-¿Cuáles serían sus destinos?-

Zacarías dijo: -Ío sonó pescadore-Inmediatamente junto a otros en iguales condiciones,  subieron a la caja de una pick up Ford del 46 y los transportó a la bella ciudad de Mar del Plata. La zona puerto comenzó a recibir día tras día a los paisanos que solo entre ellos se entendían y creció una amistad que perduraría a través del tiempo. Cuántas angustias, tristezas y añoranzas delataban esos rostros castigados y en silencio.

Muñidos  de una canasta de mimbre y dentro de ella un pan para que las horas de trabajo no fueran tan pesadas. Tiempos duros de acatar órdenes y aprender las maniobras que realizarían cuando los embarcaran en las lanchitas amarillas. Ese día llegó, contra viento y marea capeando olas embravecidas, tormentas inesperadas y vientos huracanados, a sabiendas que no se regresaba a tierra hasta que la pesca fuera satisfactoria como el capitán lo esperaba. Esa pequeña embarcación a veces parecía una cáscara de nuez hamacándose en semejante inmensidad de agua.

La perseverancia y el amor propio permitieron que no se desviara de su objetivo y llegó el día que peso a peso había juntado para mandar buscar a su familia, que ya no eran tres sino cuatro, porque un año transcurrió desde aquel entonces.

Una valija cargada de esperanzas, un pasaporte con la foto en sepia de Josefina junto a sus tres hijos, le daba paso al barco ¨Sisesso´ que los traería a un país, distinto, con gente diferente lengua difícil de entender e infinitas necesidades para adaptarse en un reencuentro después de tanto tiempo, e ir a vivir a un conventillo de Posadas y Magallanes cuyo dueño se apellidaba Román. Ese sería su refugio por siete  porque el magro peso que se traía al hogar para eso solo alcanzaba.

En modestas condiciones se mudaron, la hija mayor se hizo cargo de la casa y sus hermanos, Josefina también salió a trabajar al saladero ¨Polo sur´ descabezando anchoítas para ayudar a pagar las cuotas de la casita que construyeran con el plan quinquenal lanzado entre los años 47 y 52 por el gobierno de Perón, favoreciendo a los obreros de toda la república.

Pobres pero honrados, cada mes se pagaba en el almacén de ramos generales lo que en la libreta se anotaba de fiado. Cuánto tesón, cuánto sacrificio y cuánta entrega dejando hasta la propia vida en cada amanecer. Dejaron un legado: honradez y trabajo.

Es un orgullo decir soy hijo, soy nieto de inmigrantes, sus cimientos han sido tan fuertes, tan marcados y gracias a su dignidad conocimos la cultura del trabajo, del ahorro, de la perseverancia del valor al sacrificio, de honrar la tierra y agradecer siempre por el pan de cada día y por sobre todas las cosas bregar por ¨La familia unita´.

Fueron jóvenes viejos y partieron pronto, su luz brilla en cada rincón de ésta ciudad y permanecerá por siempre de generación en generación.

Ojalá tu alma haya llegado lejos a tu patria natal que te vio crecer, partir y nunca regresaste. En cada fiesta de los pescadores estás presente, arriba de las lanchitas y junto a San Jorge. Tú luz se une a la de tantos hombres de mar que forjaron ésta ciudad con el duro trabajo cotidiano y nos sigue iluminando hasta la eternidad.

¡¡Gracias Abuelo!!

Relato participante del concurso Valijas con Historia, organizado por la Dirección General para la Promoción y Protección de los Derechos Humanos de General Pueryredon. Para acceder al resto de los textos, seguir este enlace.