MAR DEL PLATA

150 AÑOS

 

El maletín del abuelo

por Susana Islas

Era chico, cuadrado, de cuero, parecía una valija en miniatura. Todos los papeles importantes de la familia habían estado o estaban guardados ahí. Fue un regalo de su madre, se lo dio cuando preparaba el embarque rumbo a Buenos Aires – es para que lleves los papeles del viaje a mano- le dijo, cuídalo y no lo pierdas. Así lo hizo hasta que murió.

Cada tanto se sentaba en el patio, en una sillita baja de madera y le pasaba betún con un trapo “así no se cuartea” decía, después lo abría y comenzaba a sacar cartas, fotos, recuerdos y olores antiguos que lo llevaban de nuevo a su tierra. Era el único momento en que se “ablandaba” y dejaba ver sus sentimientos, después lo volvía a cerrar con llave y lo ponía en su lugar: arriba del ropero. Siempre pensé que ese maletín era un sendero invisible que unía a España con la Argentina.

Antonio Planas Peire, el abuelo, llegó en el año 1900 desde el puerto de Vigo al puerto de Buenos Aires. Lo recibieron unos parientes, que  le mostraron algo de la ciudad y a poco emprendieron, con él, el viaje de regreso a Mar del Plata. Durante el largo trayecto lo asombró lo grande que era este país. Tantos campos deshabitados le formaron la idea de que aquí trabajo y comida nunca le faltarían.  Y así fue.  Tampoco le faltó el amor, se casó con una bella entrerriana, como él decía, y tuvieron seis hijos.

Al inaugurarse el “Belvedere” en Punta Piedras, en el año 1904, se trasladó ahí con su familia, para ocupar el puesto de cuidador. Convirtiéndose  así en un testigo privilegiado de los cambios que tuvo de actividad y de nombre esa hermosa construcción medieval.  Un poeta la embelleció, aún más, cuando la tomó como escenario para contar los amores del conquistador Alvar y la india Mariña, convertidos en tragedia por los celos del cacique de la tribu.

En 1925 otro Antonio llega a la torre, ya convertida por la leyenda en el “Torreón del monje” , es un carpintero alemán de apellido Schneigmart, que había salido de Bremer, acompañando a un ingeniero, para trabajar en Mar del Plata. El destino forma una nueva historia, ya que se enamora de María Pura, una de las hijas del abuelo. No se entendían con el idioma, pero si, con los sentimientos, como pasó con Mariña y Alvar. Este amor tiene mas fortuna, no hay un Rucamar que se interponga. Se casan y van a vivir a la torre, donde nace otra María Pura, que al igual que la primera, es acunada por las olas y el viento que golpean sin cesar a Punta Piedras.

La descendencia de los dos Antonios continúa prosperando en Mar del Plata, el maletín, ahora en poder de una de las nietas, sigue guardando recuerdos. Parece que el destino, a veces, da una vuelta sobre si mismo y repite historias. Por suerte con finales mas felices, que los que escriben los poetas.

Relato participante del concurso Valijas con Historia, organizado por la Dirección General para la Promoción y Protección de los Derechos Humanos de General Pueryredon. Para acceder al resto de los textos, seguir este enlace.