MAR DEL PLATA

150 AÑOS

 

¿Mamma dove andiamo?

por Mariu Barel (*)

¡Esa es la frase que mi padre recordaba!

Una y otra vez venia a su cabeza, “Mamma dove andiamo”? La pregunta no tenia respuesta pues su “mamma” tampoco sabía muy bien donde irían. Ella había recibido una carta de mi abuelo que le decía que la esperaba, que la quería como siempre, que estaba ansioso de ver a sus hijos. ¡Pero no le decía mucho más!

Mi abuelo José era parco, se limitaba a decir lo estrictamente necesario y más aún si era por carta!.Ya que casi no sabía escribir. Y menos con la mescla de italiano y castellano que se le produjo al estar unos años en “Argentina”

Mi abuela Ana recibió esa carta después de un tiempo de haberse  quedado en “Biancavilla” con sus hijos. Estrujando el papel sobre su pecho recorrió parientes y amigos del pueblo para comentar la noticia y pedir ayuda.

Por la carta sabía que tenía que esperar una “Cartolina de Chiamada” y  los “billetes”, y que saldrían del “porto di Génova” en tres o cuatro  meses. No era fácil. Génova estaba lejos y había que llegar allí.

Ana tenía una mescla de alegría y terror: alegría por reencontrarse con José y terror frente a todo lo que debía atravesar para lograr esa alegría. Ella solo conocía su pueblo, sus calles, sus casas, sus animales. No sabía nada de esa “Argentina” que José le nombraba.

Al fin llegaron los papeles y después de recibir ayuda de todo el pueblo y llevando solo lo indispensable estaban en Génova el día del embarque. Algunos  parientes la acompañaron. Ella y sus hijos Vicente, Alfio y Ángela emprenderían el viaje; ansiado y temido, ese viaje que prometía y que quitaba, que acercaba y alejaba.

Alfio, mi papá tenía cuatro años, cuatro años de un niño de pueblo y de principio del siglo XX. Me contó que  solo recordaba esa pregunta ”¿Mamma dove andiamo?”, todo era nuevo para él, ”¡Oh que grande; cuanta gente¡ Mamá me lleva de la mano y yo agarro fuerte a mi hermanita! Trajimos solo algunas cosas … Mamma ¿mi caballito de Madera? – Quedo de los abuelos, no podíamos traerlo!. –Papá siempre habló bien castellano pero en el recuerdo se le mescla su idioma natal.

“Mamma tenia una libreta de cada uno. Nos revisaron y después nos permitieron subir al barco. Caminamos un poco por un pasillo largo y un  Sr nos dijo es aqui ¡

-Papá nunca más hablo de eso, nunca conto nada.  Sí, escuchaba canciones italianas y nos visitábamos y compartíamos con otros descendientes de italianos. ¡A Italia nunca volvió!

Vivió muchos años en Buenos Aires, fue a la escuela hasta tercer grado. Tenía una hermosa letra. Aprendió el oficio de mi abuelo: la carpintería. A los 25 años se casó con María y después de unos años nació Antonio que falleció de 5 meses. Posteriormente nací yo, Olga y después  Ana. Trabajó como carpintero en otros talleres y con su hermano. Siempre en verano venían a Mar del Plata a ayudar en el Restaurante de unos tíos de mi mama. Hay muchas fotos donde disfrutábamos de la playa.

En 1951 tomaron la decisión con mamá y vinimos a vivir definitivamente a Mar del Plata. Papá siguió viajando a trabajar a Ba As casi por un año y medio, mientras aquí se construía su carpintería en el fondo de casa. Era  muy bueno haciendo los diseños de los muebles que iba a construir desde las tablas de la madera en bruto hasta el acabado prolijo de una mesa, una silla, una cuna, o  un armario. Trabajó hasta que tuvo que operarse de hernia por tercera vez y ya no pudo hacer fuerza.

Tuvo varios aprendices y operarios, el último Enzo.

En 1966 se vendió la casa y la fábrica porque ya no podía trabajar. Fue un hombre recto, de palabra. Falleció el 27 de febrero de 1987.

 

* Relato enviado por Olga María Abate al concurso Valijas con Historia II, organizado por la Dirección General para la Promoción y Protección de los Derechos Humanos de General Pueryredon. Para acceder al resto de los textos, seguir este enlace.