MAR DEL PLATA

150 AÑOS

 

Bailando al son de la garúa marplatense

Por Caracola (*)

Cuando se decide ser emigrante, no hay certezas, todo lo que se tiene es optimismo de que todo va a salir bien, ilusiones, sueños,  proyectos y unas ganas locas de llegar al nuevo lugar, no te cuestionas si va a ser duro o no. 

Nadie emprende el viaje pensando que puede ser peor, si todo es diferente, adaptarse es lo que toca y con estos razonamientos y otros más cargados de yo puedo con todo, un día partí de mi Cuba natal

El frío nunca había rozado mi piel con tal dureza, acostumbrada al sol de 35ª era como haber llegado al polo…y esa insoportable lluvia que  no moja, pero con lo que te podías quedar congelado, me golpeaba en aquella tarde abril a la espera de un transporte, debía tener en cuenta un número y color…., qué complicado, allá solo hay una guagua, que recorre todo, claro que las distancias eran más cortas…subí muy dispuesta al colectivo, (como le dicen aquí)  recordé que los días son más cortos en invierno, ya quedaba poca luz solar, observaba  los árboles sin hojas, y hasta tuve lamentaciones por carecer en mi país   del otoño y lo romántico de esta estación, pero el frío no, no me gusta, ni deseo que en cuba se de tan largo como dicen que es aquí, es gris, sín ánimos, la gente se enferma y se ven pocas personas en las calles,  arriba del autobús, el chofer y yo como única pasajera,  entre tanto encanto de calles alumbradas y carteles de negocios,  llegué a lo que anunciaba ser el final de la ciudad.

-…Fin del recorrido- grita el conductor.

Entonces me dispuse a pagar otro boleto para volver, pero no me lo permitió porque debía bajar, esperar diez minutos y luego podía subir.

-Pero chico, ¿cómo me vas a hacer eso, no ves que llueve?

-No llueve, señora, es garúa

-¿Garúa? ¿Es como nieve?

- No, ojalá fuera nieve…Esto no es nada…No moja, solo molesta

-Oye, que yo soy cubana, no aguanto estas temperaturas.

- Jaja. Na… Los cubanos son negros y siempre se ríen che…

-Te juro que soy cubana  -imploré desde abajo-. Creía que estaba yendo hacia el centro y no sé ni donde estoy, no puedo reírme, porque estoy congelada

-Estás en el Puerto -dijo immutable-. Quedate tranquila que no te pasará nada, lo que no te mata, te fortalece, en unos minutos salimos.

Y mientras él fumaba un cigarrito y escuchaba una canción, yo quedé abajo, perpleja, fría, mojada con la garúa que hoy sigo odiando, añorando mi sol cubano, y sus cálidas noches llenas de mosquitos, con unas ganas infinitas de gritar

¡¡¡ Ábrete puerta !!!

Esperé los diez minutos más largos de mi vida en Mar del Plata.

(*) Relato enviado por María Alina Martínez Perdomo para participar del concurso Valijas con Historia II, organizado por la Dirección General para la Promoción y Protección de los Derechos Humanos de General Pueryredon.

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