Salím
Por Alejo (*)
El abuelo Salím, si hoy estuviera acá conmigo tomando unos mates lo abrazaría fuerte y le pediría que me enseñe a ser un hombre. No me ha tocado, ni por asomo, transitar los periplos que la vida le puso delante.
Salím, ¿cuántas vidas vivió en una sola?. Fue pobre, millonario y pobre otra vez, para finalmente sufrir un gran desarraigo. Que fortaleza se debe tener para comenzar de cero y volver a la cima, esta vez, más alto que antes. No sólo se trataba de riquezas o lujos vanos, sinó también de formar algo que nunca tuvo, una familia. Como se afrontan situaciones adversas sin tener ni siquiera un pariente que nos aconseje , donde prueba y error es el único manual a consultar
¿Qué habrá sentido?. Ser huérfano y cobijarse en las calles Sirias de aquel entonces?. Donde cosas tan básicas como ducharse con agua caliente, o dormir en una cama, o algo tan simple como saber leer y escribir le eran totalmente ajenas o cuando con tan solo 11 años, un ebanista Libanés para el que hacía algunos mandados, lo negociaba a cambio de un inmueble, que habrá sentido cuando dejó aquel cuero de oveja que oficiaba de aposento para pasar a reposar en los más elaborados y finos colchones rellenos de plumas y sábanas de seda?. ¿Que habrá sentido cuando experimentó, por primera vez, ser hijo de alguien, así fuera de mentiras?.
Que iría pensado en la bodega de aquel viejo barco mercante, donde las ratas como él sobornaban con míseros centavos al cocinero para poder llegar a estas latitudes, habrá sentido miedo de ser descubierto por el capitán del barco?, se le habrá cruzado por la cabeza la idea de ser arrojado al mar como todo un polizón?
Que habrá pensado hacer al poner un pie en estas pampas, donde la cultura era tan distintas a las de su tierra natal?. Me imagine, en plena adolescencia huyendo a china, solo y a la deriva.
Que habrá hecho en las calles para sobrevivir preguntas que me quedan sin respuestas, respuestas que se fueron con él, sufrimientos y angustias que jamás conoceré, lagrimas que no derramó o quizás ocultó, nunca lo sabré. Me habrás hecho un bien o un mal abuelo Salim?. Será que haber tenido todo servido en bandeja no me permitió probarme a mí mismo?. Será que si la vida me pusiera a prueba como a vos no lo lograría?. Soy todo un adulto responsable, sin embargo no me siento un hombre totalmente, porque tengo tantas dudas?. No eras ni cariñoso ni demostrativo, porque será que estoy aprendiendo más de tus silencios que de todos los libros que he leído?. Será que debemos aprender de nuestros antecesores y dejar de ser tan cobardes?. Y es que este bendito país se ha forjado con historias similares, de sufrimiento y desarraigo.
Los hombres no cambian ni lloran, aceptan. Los hombres no se quejan, se arremangan para volver a empezar. Los hombres no gritan ni pelean, callan.. Aún recuerdo tus frases , como poco a poco van tomando sentido. Que me faltará para ser un hombre como vos?...no lo sé, pero debería comenzar con dejar de quejarme.
* Relato enviado por Darío Alejandro Paredi para participar del concurso Valijas con Historia II, organizado por la Dirección General para la Promoción y Protección de los Derechos Humanos de General Pueryredon.
Para acceder al resto de los textos, seguir este enlace.