MAR DEL PLATA

150 AÑOS


1939

por Mariana Dauverné

1939. El puerto de Alicante hierve. La guerra Civil Española ha finalizado, y comienza otra más oscura, más silenciosa. Las fronteras se cierran, y la única salida y por poco tiempo es el mar.

Amparito está sola, en medio de una muchedumbre desesperada por subir a algún vapor que los lleve lejos de esa tierra desquiciada y agónica.

Sabe con acierto que al menos cuenta con un salvoconducto, y con una carta de invitación de unos parientes radicados en Argentina. Se siente aterrada, cansada, con hambre. Palpa los papeles, que guarda entre la ropa y la piel, una y otra vez.

¿Argentina? Amparito en sus quince años está más sola que nunca. Poco quedó de aquello que conoció. La guerra desperdigó a toda su familia por lugares difíciles de ubicar en un mapa.

¿Argentina? Lo único que sabía por boca de vecinos, es que allí la gente era bien recibida, que había paisanos por doquier, decían también que cualquier cosa que tiraran en la tierra crecía. ¿Sería eso cierto?

Cuando llega al puerto de Buenos Aires la esperan sus parientes. Como no reconocerlos!… la tía, la viva estampa de su madre. La misma mirada color esperanza.

Sabe con acierto, que no puede perder el tiempo en llanto. Aunque todo la abrume en esa ciudad de locos debe trabajar. Empieza en pequeñas labores, ayudando a servir las mesas en una elegante fonda de la calle Florida. A sus diecisiete años Amparito ya es encargada del local. Cierto es, que nada empuja más a un alma que el amor propio, y el deseo de hacerle frente a la adversidad.

Un día, como tantos otros conoce en el tranvía a Manuel. Fue como si un rayo la aturdiera. Furiosa consigo misma por saberse sonrojada le espetó:

  • ¿y tú qué me ves?

  • Pues, nada. Sólo pensaba.

  • ¿Y qué piensas? ¿Se puede saber?

  • Que te casarás conmigo.

Y cómo lo importante siempre te pilla por sorpresa, y como la vida así te quita, también te da, es que finalmente se casaron. Con los ahorros de ambos decidieron abrir un pequeño hotelito, en la ciudad de Mar del Plata; allí estarían más a gusto, con un cielo más limpio como el de su tierra, con un mar bravío y generoso, como el amor que se tenían.

Los años pasaron, como pasan, intercalando momentos de felicidad con momentos difíciles. Amparito había encontrado en esta tierra alegría y sosiego, pero sin embargo a veces seguía sintiendo el corazón partido entre dos amores. Como si uno dependiera del otro. Si bien el amor a esta tierra la retenía, sentía el llamado de ver su España querida al cabo de tantos, tantísimos años. ¿Cómo se sentiría volver? Su corazón se colmaba de gozo con sólo imaginarlo.

  • ¿y si volviera?

  • Vuelve…

  • Digo… y si volviera?

  • Pues vuelve mujer!, ¿qué no me oyes? Vuelve, que aquí te estaré esperando…

No se diga más. Con la brisa de un domingo de primavera emprendió el viaje, cuyo destino sería el puerto que la vió partir.

Y ese destino la sorprendió, cargado de pertenencias poseedoras de dicha. Una carta de su amado Manuel, y una foto de su jardín repleto de azucenas con olor a mar…

 

Nota de la autora: En este relato, que narra la vida de Amparo mi tía abuela, rescato esas palabras tan españolísimas, escuchadas de pequeña y vueltas a cobrar vida.

 

(*) El relato "1939", de Mariana Dauverné recibió el tercer premio en la cuarta edición del concurso "Valijas con Historia", organizado por la Dirección Municipal para la Promoción y Protección de los Derechos Humanos.